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Un nuevo tipo de modelo de negocio colaborativo

Organizaciones alejadas de liderazgos basados en el poder y cercanas a las personas y a sus emociones.

El nuevo modelo de negocio colaborativo no es una empresa, ni una cooperativa, pero tiene elementos de ambos. Es mucho más difícil que trabajar en equipo. Los profesionales ‘colaborativos’ han de adaptarse a grupos flexibles, trabajar en un entorno de diversidad, responder a objetivos comunes y tienen que contribuir al aprendizaje del resto.

Este concepto exige mucho más esfuerzo a los profesionales, pero a cambio se consiguen grupos más productivos y eficaces gracias a una estructura atomizada, formada por equipos de trabajo más pequeños que pueden funcionar de manera eficaz sin la jerarquía de los grandes.

Cómo funciona

Se configuran equipos denominados ‘comandos’ de manera flexible según las necesidades de los proyectos y se promueven entornos para que la comunicación sea fluida. Una vez iniciada la creación del entorno, se pueda modificar según los propios intereses. Es un modelo flexible, ligero y resolutivo, formado por trabajadores del conocimiento: personas creativas, imaginativas e innovadoras que pueden trabajar con casi cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar. Tener costes fijos es un lujo que solo se pueden permitir aquellas empresas que tengan el volumen suficiente, sin embargo, de este modo se puede prescindir de jefes, oficina, administración, alquiler, estructura legal, contratos, etc.

Otorga responsabilidad compartida a todos los miembros de un equipo, pero existe un líder o dinamizador quien dispone en última instancia. Esta figura de líder es diferente en función del proyecto en el que se participa, debe ser el que dinamice y el que facilite la resolución del proyecto. En este tipo de negocio colaborativo se acepta que los problemas no estén bien definidos y el desarrollo de los proyectos es dinámico, pues está abierto a cambios.

Confusión en el liderazgo

 El liderazgo debe estar en el equipo, en la red de confianza, personas en los que confías, y que ellos confían en ti. Siempre hay alguien que destaca por sus habilidades para gestionar al equipo, pero lo ideal es que todo el grupo establezca las normas. Es un punto delicado porque se puede caer en el error de buscar el consenso de forma exagerada, situación que no implica un consentimiento activo de cada uno de los miembros, sino más bien una aceptación en el sentido de no-negación. Esto ralentiza los procesos y se pierde eficacia y productividad. Hay que lograr el equilibrio.

Las organizaciones tradicionales se consideran de estructura sólida, o más bien rígida, compuesta por sus departamentos que se comportan de forma independiente, dificultando la comunicación y haciendo por su cuenta. Las compañías en estado líquido son más ligeras en sus formas, más moldeables y ágiles frente a los cambios. Pero si vamos un paso más allá, las organizaciones en estado gaseoso o atomizadas, pretenden dar respuesta con estructuras ligeras, moldeables y adaptables a las continuas transformaciones.

En definitiva, se trata de organizaciones alejadas de liderazgos basados en el poder y cercanas a las personas y a sus emociones.

Son parte fundamental de este proceso el uso de metodologías ágiles, mediante herramientas de gestión de proyectos, como por ejemplo Trello+Kanban a través de tareas, donde los miembros del equipo definen las actividades, la dedicación y establece las prioridades. Para tener un perfil profesional colaborativo es importante rehuir de los ‘cargos’ y ‘egos’. Lo más importante son las motivaciones y las experiencias de cada uno. Es crucial que se cuente con ciertos valores como la confianza y la generosidad y no reine el ambiente competitivo. Por eso, no puede existir entre los miembros una necesidad económica indispensable, pues perjudicaría al resto.

Cuidado con la sobrecarga colaborativa

En una investigación publicada por la revista Harvard Business Review en la que se estudiaron a más de 300 empresas, se demuestra que el trabajo colaborativo suele estar desequilibrado. Hay perfiles que son más requeridos que otros y tienen un exceso de peticiones. Si esto sucede, se corre el riesgo de que se produzca un efecto de “cuello de botella”, es decir, que una actividad no se realice si antes no pasa por esas personas. También existe el peligro de que estos profesionales, que están realizando un esfuerzo extra, abandonen las tareas y, al final, sean menos eficaces. Se pueden sentir desmotivados y poco a poco empezar a desvincularse del proyecto o del negocio colaborativo.

Nómadas del conocimiento

Los trabajadores nómadas del conocimiento y la innovación son el perfil más buscado en el siglo XXI. Estos individuos están valorados por su conocimiento personal, que les proporciona una ventaja competitiva con respecto a otros trabajadores. Sus valores son confianza, respeto y libertad. Destacan por su capacidad de trabajo y emplean la tecnología para aprender (aprendizaje invisible) y trabajar. Disfrutan con lo que hacen para ganarse la vida, y lo integra como una actividad más de su que hacer cotidiano. Su entorno de trabajo, no entiende de fronteras, olvidando los límites geográficos. Pueden trabajar con casi cualquier persona, en cualquier lugar, y funcionar con la misma eficiencia en todo tipo de entornos culturales. Están definidos por la teoría de las necesidades de Murray y la de McClelland, en el ámbito de los recursos humanos, de naturaleza ‘psicogénica’: necesidad de conocimiento, de crecimiento, de realización, de iniciativa, de responsabilidad, de orden y método, de cambio, de estética, etc. Es decir, personas que pueden marcar la diferencia en una organización, no son felices con factores higiénicos de Herzberg como el sueldo y un trabajo fijo, y son los que se levantan cada día con ganas de aprender y hacer cosas nuevas cada día, es decir, factores motivacionales.

Características de los nómadas del conocimiento:

· Flexible
· Comprometido
· Resolutivo
· Creativo
· Imaginativo
· Innovador
· Intuitivo
· Motivador
· Libre
· Confiado
· Tolerante
· Colaborativo
· Respetuoso
· Emocional
· Pensamiento divergente

· Social
· Desaprende
· Ágil
· Valor ético
· Sincero
· Sin límites geográficos
· Conocimiento
· Usa información libremente
· Gestión del tiempo
· Estructura horizontal
· Trabajo en equipo
· Nativo digital
· Innovación disruptiva
· Perspectiva múltiple
· Hiperconectado

John Moravec establece el término Knowmand –un neologismo que combina las palabras know (saber, conocer) y nomad (nómada)– para definir a los nómadas del conocimiento y Raquel Roca recoge las siguientes habilidades asociadas:

  • Creativo, innovador, colaborativo y motivado.
  • Altamente inventivo, intuitivo, capaz de producir ideas.
  • No solo busca acceder a la información, procura utilizarla abierta y libremente.
  • Creador de redes, conectando a personas, ideas, organizaciones, etc.
  • Nativos digitales, comprende cómo y por qué funcionan las tecnologías digitales.
  • Capacidad para utilizar herramientas para resolver diferentes problemas.
  • Competencia para resolver problemas desconocidos en contextos diferentes.
  • Aprende a compartir (sin límites geográficos).
  • No teme el fracaso, lo interpreta como un aprendizaje más.
  • Capaz de desaprender rápidamente, sumando nuevas ideas.
  • Competente para crear redes de conocimiento horizontales.

A diferencia de otros términos como el de millennial, los nómadas del conocimiento no responden a un intervalo de edad concreta. Pero en el año 2033, se espera que el 66% de la población activa laboralmente pertenezca a la generación millennial y Z (nativos digitales), con sus valores, talentos, ideales y pretensiones. Este escenario obliga a una profunda transformación de los entornos laborales donde existan otros objetivos a la hora de aspirar a un trabajo como el desarrollo, el crecimiento personal, un buen clima laboral, la responsabilidad social o un buen plan de crecimiento.

Pero, ¿están preparadas las empresas actuales y la sociedad para este nuevo paradigma? Nos encontramos ante un nuevo paradigma, donde la necesidad del profesional para reinventar la propia ocupación es una realidad. Las empresas necesitan integrar personas autónomas que, próximas a sus ámbitos de desarrollo o interés, sean capaces de formar parte de redes colaborativas. Sabemos que el mercado actual demanda una rápida adopción de las nuevas tecnologías que aportan valor, agilidad y flexibilidad. Y la externalización de servicios se ha vuelto en una necesidad para las empresas que pretenden innovar, además, los recursos económicos y financieros prefieren este tipo de servicios que no supongan grandes inversiones. De ahí, que busquen soluciones bajo demanda. En la era digital, mantener una buena red de contactos se convierte en una pieza fundamental, tanto a nivel personal, como profesional. Este tipo de negocios colaborativos propician la creación de comunidades de usuarios en un entorno seguro y de confianza, que minimizan el riesgo competitivo.

En definitiva, un mundo colaborativo es mucho mejor y trabajar de manera colaborativa es la manera más eficiente.

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